lunes, 29 de septiembre de 2008

SOMBRAS Y NIEBLA -CAPITULO 2-

MRA
CAPITULO 2
=UN MES DESPUÉS, EN CHICAGO=


Patty y Candy bajaron del carruaje y entraron en la casa de la Sra. Madow, la modista. Iban a probarse los vestidos para la boda. Como ellas serían las madrinas sus vestidos serían iguales. Las dos estaban emocionadas por la boda de Annie y Archie, aunque compartían la pena por Stir, querían disfrutar los preparativos como si se tratara de ellas mismas.
La señora Britter las estaba esperando junto a la modista, aunque en su infancia ella no quería que su hija adoptiva Annie frecuentara a Candy, una huérfana, para evitarle ser una mala influencia; al paso del tiempo se dió cuenta que Candy era una buena chica, sobretodo después de que la respetable familia Andley la adoptara.
Candy y Annie la saludaron y ella les mostró los vestidos. El color elegido era el verde claro, jaspeado con pequeñas flores color malva, unidas con hilos dorados. En suma, una belleza.
Ambas pasaron tras un biombo para probárselos, pero algo andaba mal.
-Señora Britter...?- llamó Candy, asomando la cara tras el biombo, quién no tiene tanta pena como Patty, que se limita a esperar la respuesta.
-¿Qué ocurre, Candy, Patty, pasa algo con sus vestidos?
-Este... creo que al mío le falta algo... ¿al tuyo también Patty?
-Sí, quizás un poco de tela...- se animó a contestar la pobre.
La señora Britter se sonrío, gesto que Candy no recordaba haberle visto muy seguido, y les comenta:
-No les falta nada, claro que no! ésta es la moda en Nueva York... ¿No querrán parecer pueblerinas, verdad?- Candy y Patty se miraron preocupadas- Déjenme ayudarlas...
Diez minutos después, las jóvenes todavía no podían creer que realmente estuvieran de moda esos vestidos tan escotados... aunque ante la insistencia de la Sra. Britter y la Sra. Madow, la modista, empezaban a cobrar valor para vestirlos en publico.
Estaban frente a un enorme espejo, ambas arriba de un banco, mientras las ayudantes de la modista les hacían los últimos ajustes a sus vestidos, bajo la atenta vigilancia de la Sra. Madow. Patty no quería quitarse las manos del pecho y la señora Britter la reprendía suave pero firmemente.
-Niña... ¿qué no aprendiste nada en el colegio? Una dama debe llevar siempre con porte sus vestidos, pararse muy erguida y con las manos al frente, la mirada baja, con modestia...
Candy sonrió al escuchar la lección de modales, pensando que la Sra. Britter se equivocaba de pupila. Patty siempre había respetado las normas de una dama, salvo en ocasiones como la de ahora en que le ganaba la pena. La que siempre terminaba saltándose las reglas era ella!!
-No te muevas, Candy! –la reprendió la modista a ella. Ahora sí la situación volvía a la normalidad.
La señora Britter aprovechó la ocasión y dejó de molestar a Patty, volviéndose a mirarla, enfurruñada. A Candy su gesto le dio más risa y no pudo evitar moverse, lo que le costó otra reprimenda de la Sra. Madow. Por lo que el siguiente comentario de la Sra. Britter la sorprendió.
-Candy, deberías tener cuidado cuando sonrías... ese vestido ya te hace ver demasiado bonita como para que encima sonrías...
Candy se quedó con la boca abierta y sólo asintió, pues de pronto todas se le quedaron mirando. Entonces su mirada se volvió hacia el espejo y se contempló más detenidamente. Sus ojos verdes miraron estupefactos a una chica que ya no era una niña, pues con ese vestido se veía como toda una mujer.
-Espera un momento- dijo la Sra. Madow y acercándose a Candy le desató las cintas del cabello.- Chicas, hagamos algo con todo este cabello...
Las asistentes de la modista le pasaron entonces un estuche, de donde sacaron peines, prendedores y demás. En pocos minutos le habían recogido el cabello a Candy, dejando sueltos algunos mechones estratégicos... Al terminar, nuevamente se le quedaron mirando.
Entonces fue la señora Madow la que comentó, emocionada:
-Lo dicho... demasiado bella. ¡No entiendo como es que no te estas casando también! ¡Debes de tener montones de pretendientes!
El comentario causó un efecto distinto en cada una. La señora Britter se dijo que su Annie era más bella, pues su belleza era a la vez casta, no como la de Candy, tan arrolladora.
Patty se puso triste, pero no por envidia, sino por lo que la Sra. Madow dijo sobre la boda, pues cuando Stir vivía, ellos planearon casarse el mismo día que lo hicieran Annie y Archie, ese era el plan original y su mayor secreto.
Candy se limitó a fingir una sonrisa, pues le dolió mucho el asunto de los pretendientes. No quería pensar en ello. Quizá no fuera tan buena idea llevar ese vestido a la boda. Quizá ni siquiera debía ir a la boda... Pero no podía hacerle eso a Annie, ni a Archie. No, si Patty va, yo también- se dijo, tratando de darse ánimos.

Media hora más tarde se reunió con ellas Annie, llegaba corriendo a la prueba de su vestido de novia, pues se había pasado la mañana en visitas de cortesía con la tía Elroy y por su estado un tanto histérico, Candy no la culpaba. La tía Elroy solía ser tan estricta e inflexible que al enterarse que la boda se llevaría a cabo en New York había dado el grito en el cielo. Solo cuando Archie le prometió que él y Annie irían personalmente a disculparse con sus amistades y a invitarlos a su vez, se tranquilizó, pero insistió en acompañarlos y llevaban tres semanas y media yendo de casa en casa por medio Chicago y las cercanías.
Pero cuando Annie al fin salió luciendo su vestido, su rostro ya estaba relajado, más bien encantador. Ahora todos los elogios fueron para la novia.

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